PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y ACCESO AL CONOCIMIENTO

 


 

No sé si será debido al máster de profesorado de secundaria que cursé hace dos años, pero cuando estuvimos discutiendo los contenidos de esta sesión aprecié cierto paralelismo entre las ideas de acción directa y engagement en comunicación científica y la teoría del constructivismo en educación.

El constructivismo (Henson, 2003) es una corriente pedagógica basada en la idea de ‘construcción’ del conocimiento. En ella, el proceso de enseñanza-aprendizaje es plástico y moldeable, se construye de manera dinámica por todas las partes implicadas, en oposición a la concepción más tradicional en la que el alumnado actúa como sujeto pasivo (se limita a recibir y procesar la información) y el profesorado actúa como sujeto activo (es quien proporciona el conocimiento). Entre las ventajas más claras de aplicar teorías constructivistas en el aula están la motivación del alumnado y la calidad del aprendizaje. En el primer caso, el interés por aprender es mayor porque la propia persona aprendiz se siente protagonista del proceso, que construye ella misma; en el segundo, la mejor calidad de lo aprendido se debe a la manera en la que la información es procesada, ya que el aprendizaje activo permite al cerebro codificar, almacenar y recuperar la información de manera más eficaz.

Pasemos ahora al mundo de la comunicación científica y pensemos qué puede aportar el constructivismo en este caso. No estamos en un aula, no nos encontramos inmersas en un proceso de enseñanza-aprendizaje formal, pero queremos que el público objetivo al que enviamos nuestros mensajes construya conocimiento con ellos, queremos que mejore su cultura científica. ¿No es lícito, pues, pensar en aplicar técnicas similares a las del cosntructivismo pedagógico? Al fin y al cabo quienes nos ven, nos escuchan o nos leen no dejan de ser aprendices intentado acceder, de un modo u otro, a nuevo conocimiento. De la misma manera que el profesorado consigue mejorar la calidad de la enseñanza cuando convierte al alumnado en sujeto activo, la comunicación científica puede mejorar el acceso al conocimiento científico de la ciudadanía si se motiva su participación a través de acciones directas. Igual que no es lo mismo escuchar que ver, no es lo mismo esperar a que te lo cuenten que contribuir a contarlo. Por eso es tan importante, cuando consideramos estrategias de comunicación, considerar al público como parte activa del proceso de comunicación. Que puedan sentirse creadores del proceso de construcción de la información, que la comunicación sea bidireccional, que la ciencia y la tecnología se perciban como construcciones humanas surgidas de nuestra interacción limitada con el mundo exterior. Porque el conocimiento en general, y el científico en particular, no es más que una recostrucción personal de la realidad, y la mejor manera de implementarla es a través de la acción.

Referencias

Henson, K. (2003). Foundations for Learner-Centered Education: A Knowledge Base. Education;1124:5-16.

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