SOBRE LA (COR)RELACIÓN ENTRE ALFABETIZACIÓN CIENTÍFICA Y ACTITUD POSITIVA HACIA LA CIENCIA

 

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No es de extrañar que cuando disponemos de un cierto nivel cultural en algún ámbito (dígase que hemos adquirido una cierta alfabetización), este nos suscite mayor interés y entusiasmo y tengamos mejor predisposición a informarnos, debatir e implicarnos en las cuestiones relacionadas con él. Por eso, asegurar unos niveles mínimos de alfabetización científica en una sociedad cuyo desarrollo viene marcado por el progreso científico y tecnológico es equivalente a asegurar, entre otros aspectos, su prosperidad y su higiene democrática.

Desde que comenzara a utilizarse allá por los años 70 (Shen, 1975), el término alfabetización científica ha ido adquiriendo diferentes significados y matices, entre los que cabe destacar la capacidad de apreciar la complejidad de la ciencia y su impacto en el mundo actual, de desarrollar el pensamiento crítico necesario para plantearse preguntas y extraer conclusiones científicamente fundamentadas, de aplicar el conocimiento científico, de comprender datos y textos científicos, de identificar y explicar cuestiones y fenómenos científicos y, en general, de desarrollar opiniones fundamentadas sobre las cuestiones científico-técnicas de interés común, así como de tomar decisiones sobre los problemas científicos y tecnológicos que nos atañen tanto a nivel individual como colectivo (Gil & Vilches, 2001; Tsarpalis et al., 2013).

Es crucial, pues, definir qué nivel de alfabetización científica necesita la ciudadanía. Si queremos que las personas sean activas, participativas y críticas en cuestiones científicas y tecnológicas, entonces deben adquirir una competencia sociocultural de la ciencia. Esta dimensión implica que se comprenda, por ejemplo, su utilidad para solucionar problemas de la vida diaria y suplir necesidades básicas de supervivencia y salud, sí. Pero también requiere del desarrollo de una actitud positiva hacia la ciencia y la tecnología. Sin esta, resulta muy difícil que lleguemos a debatir sobre cuestiones científicas de gran impacto e interés social, o que desarrollemos el pensamiento crítico necesario para participar en los procesos democráticos sobre ciencia y tecnología. Es también de interés que la ciudadanía se entusiasme con las innovaciones tecnológicas y apoye las políticas de promoción de la investigación científica. Este nivel de alfabetización científica fue acuñado por Shen (1975) como alfabetización cívica y, según algunos autores (Miller, 1993), puede subdividirse en tres dimesiones. La primera hace referencia al dominio de los conceptos científicos básicos para comprender y juzgar las noticias de ciencia y tecnología que aparecen el los medios de comunicación, y nos capacita para debatir y opinar sobre ciencia. La segunda hace referencia a la comprensión de la naturaleza de la actividad científica, y nos permite apreciar la complejidad de la ciencia. Finalmente, la tercera hace referencia a la concienciación del impacto social de la ciencia y la tecnología, y nos habilita para participar en la toma de decisiones democráticas sobre cuestiones científico-técnicas de interés común, así como a apreciar los beneficios y riesgos de sus aplicaciones.

Es cierto que el primer escalón par alcanzar un nivel cívico de alfabetización científica debe abordar la dimensión cognitiva, pues si ignoramos el significado de conceptos, fenómenos y procesos básicos de la ciencia dificilmente vamos a comprender la información científica que nos llega o participar en debates sobre temas científicos. En este aspecto, la investigación en didáctica de las ciencias es clara (Díaz et al., 2003): a menor alfabetización científica, mayor desprecio y desinterés hacia las cuestiones y problemas de índole científico-técnico y, por tanto, mayor probabilidad de que desarrollemos una actitud negativa hacia la ciencia, con el consiguiente peligro para el bienestar y el desarrollo de nuestra sociedad. Pero por otra parte, como señala Levy-Leblond (2004), no debemos olvidar el carácter humano de la ciencia. Como cualquier otra actividad humana, esta queda sujeta a controversias, incertidumbres, políticas institucionales, etc. que obligan a contextualizarla en un determinado entorno social. Por tanto, la alfabetización científica no debe ser entendida solo como un proceso de culturización de las personas ajenas a la ciencia, sino también de alfabetización social, política y ética del propio personal científico y de sus instituciones. Debemos hablar entonces de apropiación cultural de la ciencia (Lázaro, 2009), en tanto en cuanto el conocimiento científico es asimilado por cada persona de una manera distinta para construir sus propias creencias y hacer uso de él en su vida diaria. La alfabetización científica, entendida como proceso unidireccional de comprensión cognitiva de la ciencia, deja de ser efectiva en este aspecto. En su lugar, debemos buscar estrategias para que la ciudadanía utilice y aproveche los conocimientos y productos científico-técnicos, de manera que se involucre en aquellos procesos científicos de impacto en su entorno social y pueda proporcionar una retroalimentación a las instituciones científicas y al personal científico-técnico. Aparece, pues, un proceso mucho más complejo en el que la ideas y procesos relacionados con la ciencia fluyen en múltiples direcciones. 

 

Si quieres saber un poquito más...

Lázaro, M. (2009) Cultura científica y participación ciudadana en política socio-ambiental.
Tesis Doctoral, UPV/EHU, pp.: 87-106

Shen, B. (1975). Science literacy and the public undertanding of science. Communication of Scientific Information, (pp. 44–52).

Gil, D. & Vilches, A. (2001). Una alfabetización científica para el siglo XXI: obstáculos y propuestas de actuación. Revista Investigación en la Escuela, 43, 27–37.

Tsaparlis, G., Hartzavalos, S., & Nakiboglu, C. (2013). Students knowledge of nuclear science and its connection with civic scientific literacy in two european contexts: The case of newspaper articles. Science and Education, 22, 1963–1991.

Miller, J. D. (1983). Scientific literacy: A conceptual and empirical review. Daedalus, 112, 29–48.

Díaz, J. A. A., Alonso, A. V., & Mas, M. A. M. (2003). Papel de la educación CTS en una alfabetización científica y tecnológica para todas las personas. Revista electrónica de enseñanza de las ciencias, 2, 80–110.

Lévy-Leblond, J.M. 2004. Ciencia, cultura y público: falsos problemas y cuestiones verdaderas. Academia Europea de Ciencias y Artes, España.

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