¿El mundo que describe la ciencia es real?

Introducción a la Filosofía. Tarea 4 Clases 7 y 8

El realismo científico defiende que las teorías científicas representan entidades o fenómenos reales e independientes de nuestras percepciones. Las teorías, por tanto, tratan de aproximarse a la verdad del mundo y, si describen un fenómeno teórico, este debe ser tomado como real. De acuerdo con el realismo, la existencia y las propiedades del mundo no dependen de las ideas o las construcciones mentales que utilicemos para comprenderlo. Dentro de esta corriente, las comprobaciones empíricas de las teorías se entenderían como demostraciones de la aproximación a la verdad de la teoría. 

 


El principal argumento a favor del realismo es el conocido como del no milagro. Este argumento defiende que cualquier postura filosófica no realista entiende los éxitos de la ciencia como milagros, puesto que la capacidad predictiva de las teorías solo puede explicarse si asumimos que representan la verdad más aproximada del mundo. Ahora bien, que representen la mejor explicación del mundo en el momento en que son aceptadas no implica que sean verdaderas. Por eso muchos autores han calificado este argumento como de circular, alegando que no disponemos de ninguna garantía de que las mejores teorías -las que mejor describen los fenómenos observados- sean las más próximas a la realidad.

Entre los argumentos en contra del realismo científico, el principal es el de la meta-inducción pesimista, que recuerda el éxito pasado de algunas teorías ya descartadas y dadas por falsas, como la teoría geocéntrica de Ptolomeo o la del éter electromagnético. El principal argumento en contra de la idea del no milagro es, precisamente, que la historia de la ciencia ha demostrado con creces que éxito y verdad no siempre están correlacionados. Una teoría puede tener capacidad predictiva para ciertos observables (ser contrastable) y demostrarse como falsa para otros. La cuestión es si toda la teoría debe considerarse falsa o únicamente aquellas partes incapaces de predecir los fenómenos. Esta idea de salvar los fenómenos, por ejemplo, es el motor de construcción de muchas teorías nucleares, capaces de predecir observaciones en determinadas circunstancias pero en otras no. ¿Significa esto que desconocemos la realidad de las entidades que conforman más del 99% de la materia?

Otro argumento de gran calado contra el realismo científico es el de la infradeterminación de los datos, basado en la atribución de teorías discrepantes en cuanto a la interpretación de las entidades teóricas inferidas a partir de un mismo observable, y que lleva ineludiblemente a la no confirmación de ninguna de ellas. Sin embargo, los realistas aducen que en la historia jamás se han encontrado teorías empíricamente equivalentes para todas la evidencias derivables a partir de ellas. Dicho de otro modo, siempre se ha encontrado alguna prueba que ha permitido dirimir entre las teorías y que ha llevado a escoger finalmente aquella teoría más próxima a la realidad.

En resumen, existen tantos argumentos a favor como en contra del realismo científico, el cual defiende la existencia de un mundo independiente de nuestra realidad mental. Y aunque el debate filosófico sigue abierto, es cierto que en ciencia se distinguen aquellas teorías que tratan de buscar una correspondencia entre su estructura y la realidad, de aquellas que meramente tratan de salvar los fenómenos. En mi disciplina, la física nuclear, las llamamos ab-initio y fenomenológicas, respectivamente.


Si quieres saber más... 

Diéguez, A. (2018). “Realismo Científico”, Enciclopedia de Filosofía de la Sociedad Española de Filosofía Analítica

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