¿Y ESO DE LA CULTURA CIENTÍFICA, QUÉ ES? (PARTE II)

A día de hoy, la expresión cultura científica carece de una definición completa y concluyente. Al contrario, se trata de un concepto en evolución, sujeto a una evaluación continua por las partes que se esfuerzan en implementarlo. Ha recibido varias denominaciones que en la actualidad suelen emplearse indistintamente, como alfabetización científica, comprensión pública de la ciencia, percepción pública de la ciencia o apropiación cultural de la ciencia. Sin embargo, lejos de tener significados análogos, cada término puede asociarse a un contexto determinado y, por tanto, caracteriza una perspectiva más o menos evolucionada de la noción de cultura científica.

En sus orígenes, la expresión alfabetización científica hizo referencia a la comprensión de las ideas, conceptos y procesos científicos, sin reparar apenas en los intereses o actitudes que la ciencia suscita en las personas ni en cómo se asimilan o emplean por cada individuo en su vida diaria. Se trata de un modelo de déficit cognitivo en el que la falta de interés por la ciencia se atribuye al desconocimiento epistémico de esta y en el que se prevé un flujo unidireccional de comunicación, que va del personal científico al público. Este enfoque, en cierto modo, exonera a la comunidad científica de las responsabilidades éticas y morales de la ciencia, pues quienes lo defienden entienden que la desconfianza y los prejuicios hacia la ciencia pueden solucionarse únicamente mejorando el conocimiento científico y el pensamiento racional. Se trata de una noción un tanto elitista de la idea de cultura científica, que no contempla el juicio crítico de la actividad científica.

Pero la cultura científica no es solo una cuestión de comprensión cognitiva. Una persona culta debe ser consciente de cuáles son las múltiples dimensiones de la actividad científico-técnica, debe entender cuál es su marco económico, social, ético, político, histórico, etc. Nos movemos a un modelo crítico de la actividad científica. Y puede darse el caso de que algunas personas con formación científica, e incluso que pertezcan a la comunidad científica, carezcan de la cultura necesaria para apreciar todas estas facetas. Se trata de una nueva noción conocida como comprensión pública de la ciencia, que incluye las relaciones entre ciencia, tecnología, sociedad y medio ambiente (CTSA) como espina dorsal de una ciencia ciudadana.

Y si vamos un paso más allá, si consideramos la necesidad de integrar a toda la población en la toma de decisiones de gran impacto social e interés común, si nos preocupamos por cómo asimila e implementa cada individuo la ciencia en su día a día, si de verdad queremos construir una ciencia en la que todas las personas afectadas nos involucremos y participemos, entonces debemos hablar de apropiación cultural de la ciencia. Este es el concepto más evolucionado de cultura científica e implica un flujo multidireccional de comunicación y cooperación entre las distintas partes del sistema de ciencia: público, personal científico, polític@s, educador@s, comunicador@s, divulgador@s, gestor@s, instituciones y, en general, toda la ciudadanía. Eso sí, sin perder la esencia glocal (global y local) de la cultura científica.


Si quieres saber más:

Lázaro, M. (2009) Cultura científica y participación ciudadana en política socio-ambiental. Tesis Doctoral, UPV/EHU, pp.: 87-106



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