Sobre universos muertos y galacticidios

Créditos: ESA/HUBBLE & NASA


Os voy a contar una historia. Una historia que comenzó con nuestro universo, hace unos 14.000 millones de años. En ella, los primeros átomos de nuestro mundo se formaron unos 380.000 años después de la formación del propio universo. Unos 100 millones de años más tarde tuvieron lugar los primeros colapsos gravitatorios que dieron lugar a la formación de las primeras estrellas, y casi 500 millones de años después se formaron las primeras galaxias, dando lugar a las estructuras cósmicas que conocemos a día de hoy. 


Pero, ¿permanecerán para siempre las galaxias y las estrellas tal y como las conocemos?  La respuesta es no. Aunque la escala temporal de vida y muerte de estos objetos es mucho más larga que la historia de la humanidad, nuestra galaxia, la Vía Láctea, se dirige irremediablemente hacia el sórdido destino de la extinción. Acompañando a nuestro universo en su camino sin retorno hacia el ocaso, la oscuridad, la negrura. 


El galacticidio o crisis galáctica es algo que aprendimos hace años, allá por 1995, cuando el telescopio espacial Hubble miró hacia un rincón desconocido del cosmos y descubrió una guardería de galaxias. Y lo hemos estado estudiando desde entonces. Con unas sencillas cuentas resulta fácil hacerse una idea de la magnitud de la decadencia galáctica: en la Vía Láctea, con unos 100.000 millones de estrellas en la actualidad, nace una estrella cada año. Si este hubiera sido el ritmo de creación de estrellas de la galaxia desde que se formó, tendría… ¡muchos más años que el propio universo! Esta rápida estimación nos indica que la época dorada de las galaxias quedó atrás hace mucho tiempo. Que su vida ya no es tan interesante como era. En términos humanos, solo nuestra adolescencia podría considerarse digna de ser relatada. Así es la historia de nuestra galaxia, vivió con intensidad su adolescencia. Pero, desde entonces está prácticamente parada, muerta como dicen las personas astrofísicas. Y así, con el resto de galaxias y estrellas que existen.


Entonces, ¿qué pasó en la juventud de nuestro universo?¿Qué frenó el jolgorio de luz y creación? Parece ser que en medio de la algarabía se colaron unos invitados poco halagüeños, agujeros negros supermasivos que crecían y crecían tragándose todo lo que encontraban por el camino -estrellas, gas, planetas-, apropiándose del sustento de las galaxias, condenándolas irremediablemente a la extinción. 


La época de la luz terminará y probablemente dé paso a un universo oscuro y frío, dominado por agujeros negros y energía oscura. Con el inminente lanzamiento del telescopio espacial James Webb, podremos seguir investigando por qué se mueren las galaxias. Incluso identificar a los responsables de su agónico destino.  


Texto inspirado en la reciente noticia de El País “El universo se muere” para la tarea 1 de la asignatura “El universo a grandes rasgos”.


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