¡La peste! ¡Me vacuno!

Así jugábamos a pillar en los recreos de los años 80. Y pobrecito aquél que acababa con ella cuando sonaba la sirena. No se le acercaba nadie. Claramente, no teníamos conocimiento ni consciencia de que la peste había sido una enfermedad, pero sí sabíamos -vaya que lo sabíamos- que quien la tuviera debía quedar aislado. Bueno, marginado. De hecho, la frase “no te acerques a fulanita, que tiene la peste” era una forma de bullying bastante convencional. 

 

El triunfo de la muerte (Pieter Brueghel el Viejo). Cuadro inspirado en la peste negra de mediados del siglo XIV.
 

La peste, en realidad, es una enfermedad causada por Yersinia pestis, una bacteria que transmiten las pulgas de Xenopsylla cheopis a ratas -y a personas, en ausencia de las primeras-. En particular, la variante conocida como peste negra fue la causante de la pandemia más devastadora de la historia de la humanidad, llegando a afectar extensas poblaciones de Asia, Europa y África a mediados del siglo XIV. Se cree que pudo diezmar la población europea hasta en un 60%, siendo la estimación más baja de un tercio. Alrededor de 25 millones de personas perdieron la vida en Europa, cantidad a la que deben sumarse entre 40 y 60 millones de personas fallecidas en África y Asia.

Pero, ¿cómo se inició y propagó la peste en la Edad Media? Por aquella época la situación política era bastante menos agitada que en tiempos anteriores. Las grandes migraciones de vándalos, vikingos y árabes habían cesado. Incluso las famosas cruzadas contra el Imperio Otomano ya eran historia. Sin embargo, la población estaba algo debilitada por las hambrunas que produjo el agotado sistema de explotación agraria de la época, lo que facilitó la expansión de la enfermedad. Otros factores determinantes fueron la reanudación de la Ruta de la Seda, las migraciones del campo a la ciudad y las mejoras en las embarcaciones y en las técnicas de navegación, que propiciaron el auge del comercio marítimo.

La teoría predominante ubica el origen de la pandemia en un brote de una variante de la bacteria Yersinia pestis en Asia, más concretamente en China, que habría saltado de las ratas al ser humano a través de las pulgas Xenopsylla cheopis que las parasitaban. De allí, se introdujo en Europa por Mesina (Italia), desde el puerto marítimo genovés de Caffa, actual Feodosia, en la península de Crimea. Y se extendió con facilidad al resto de Europa gracias a la guerra por el trono del Reino Napolitano tras el asesinato de su rey, Andrés I de Anjou-Hungría (1327-1345), al comercio y a las peregrinaciones.

Quienes enfermaban de peste negra solían presentar cuadros con fiebres altas, tos, sangrado por orificios, manchas, gangrena y, sobre todo, aparición de unos bubones negros en el cuello, las axilas, los brazos, etc., que pusieron apellido a la enfermedad. Desde que comenzaban a presentarse los primeros síntomas hasta que la persona moría, pasaban aproximadamente cinco días. Pero lo que causó la rápida propagación en la población fue el largo período de latencia de la enfermedad, estimado recientemente en unos 20 o 22 días.

La epidemia fue particularmente mortífera en algunas ciudades como Florencia, donde solo sobrevivió la quinta parte de la población, o Hamburgo, donde mató a la mitad de los ciudadanos. En aquella época, se pensó que la peste era un castigo de Dios, por lo que en muchos lugares se culpó a los judíos de envenenar pozos para propagarla. En consecuencia muchos fueron linchados e incluso algunas comunidades judías locales fueron completamente exterminadas.

 

Representación de la red de comunicaciones entre las ciudades en la Edad Media. Créditos: CSIC.

La peste negra, como otras pandemias, tuvo un gran impacto económico. La despoblación en las zonas afectadas causó tantas migraciones que el área de tierra de cultivo en Europa se vio muy reducida, hasta en un 40% en el norte de Italia. La súbita escasez de mano de obra forzó a buscar nuevas formas de progreso y desarrollo -lo que hoy en día conocemos como innovación-, por lo que la epidemia de peste negra se considera uno de los principales factores desencadenantes del Renacimiento. Las oleadas de esta enfermedad persistieron hasta finales del siglo XV, llegando a matar a unos 200 millones de personas. Aunque ningún brote fue tan letal como el que llegó por Mesina.


Si quieres saber más…

Peste negra. Wikipedia. Página consultada el 2 de febrero de 2022.

José M. Gómez & Miguel Verdú. Network theory may explain the vulnerability of medieval human settlements to the Black Death pandemic. Scientific Reports. DOI: 10.1038/srep43467

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